30 de julio de 2013

¡Capítulo 2! Abnegados

Holaaa gente que esté por ahí :D

Dejo el Capítulo 2 de Abnegados por aquí para que lean♥



Capítulo 2

Las cenas en mi pequeña y humilde casa no eran más que silenciosas. Éramos tres en la mesa: papá, Savannah y yo. ¿Dije tres? Quise decir cuatro: también mi gato pelirrojo, Ronquidos, tomaba asiento en una de las sillas.

 Era momento de anunciarle la gran noticia a papá. Él de seguro ya sabía que la carta llegaría algún día, pero no tan pronto. Ahora tendría que pasar por el terrible momento de ver como sus ojos se oscurecían, recordando con melancolía a mamá.

Carraspeé, incómoda.

-Papá…-comencé, dudosa-. Ha llegado una carta ayer por la tarde.

Levantó la cabeza con una sonrisa.

-¿Acaso no será de tus primos? La tía Lena me comentó que hoy te habían enviado un paquete con algo especial. No creí que llegaría tan rápido.

-No, seguramente se retrasará por la lluvia.

Silencio.

Savannah nos miraba, a padre e hija, como si estuviésemos jugando un partido de tenis.

Él se me quedó mirando, mientras yo jugaba con la cuchara y miraba a cualquier lugar menos a sus ojos.

-Entonces…-dijo, haciendo una seña con su mano para que continuara hablando.

-Es del Instituto de Preparación.-solté con apenas un hilo de voz.

Savannah emitió un gemido apenas audible. Me atreví a alzar la cabeza lentamente para ver su reacción. Curiosamente, no había ni un rastro de emoción en su cara. Nada. Savannah me miró con curiosidad de reojo. Ninguna de las dos entendía.

-Magnífico, mi niña. Serás una gran abnegada, tal como tu madre.

Se me hizo un nudo en la garganta; tragué, confundida.

-P-pero…-tartamudeó-. Papá… ¿no te molesta? ¿No estás asustado?

Savannah tomó su plato y retiró los demás, dirigiéndose a la cocina.

Papá suspiró con pesadez y dejó caer la cabeza hacia adelante. Su cabello color miel tapaba sus ojos; pronto tendría que cortárselo. Acababa de afeitarse, dejando ver una piel color tostada. Y sus ojos… Ah, sus ojos. Estaba profundamente enamorada de ellos desde que los había visto. Eran azules, pero no como el cielo, ni como el mar en plena tormenta, eran… indescriptibles. Tenían motas de diferentes tonos de verdes y violetas, con un resplandor especial. Esos ojos parecían tener personalidad propia, me dije con una sonrisa interior.

Ahora me miraban con orgullo.

-¿Asustado? Para nada. Confío en ti, cariño. Sé que puedes hacerlo mejor que cualquier otro abnegado en el mundo. ¿Sabes? Desde niña tenías ese instinto protector.- Ahora sonreía y acariciaba una de las manos de la joven-. Cuidabas de los animales, de tus primos menores, de nosotros. Apuesto cualquier cosa a que Rose estaría tan, pero tan orgullosa de ti que podría volar.

Sonreí y reí ligeramente. Tal vez de verdad estuviese volando sobre nuestras cabezas en ese preciso instante. La extrañaba tanto…

-Megs, recuerda que en el mundo no hay persona más fuerte…

-…que uno mismo.-completé rodando los ojos. Él no había dejado de decírmelo desde que mamá nos había dejado.

Se levantó de la mesa y se acercó a mí con una sonrisa en la cara. Me abrazó con dulzura y en menos de un instante, bailábamos como si fuéramos niños. Papá cantaba. Cantaba como un ángel de alas que podrían ocupar todo un cielo. Suave como el algodón y majestuoso como un león.

Por desgracia, yo no había heredado ni una pizca de su hermosa voz. La mía era más bien… espantosa. Cuando era niña no me importaba y cantaba con él. Por un momento nos vi, a los tres, desparramados en el jardín, jugando, cantando, comiendo, juntando flores, hablando de los secretos de la vida.

Me apreté a su pecho y escuché su corazón. Latía con fuerza y decisión.

-Anda, ve a la cama. -susurró, rompiendo el momento mágico de padre e hija-. Estoy tan cansado que podría dormirme sobre una cama de clavos.

-Buenas noches, papá.

Tomé con torpeza al gato en brazos y me lo llevé a mi habitación. Subí las escaleras sonriendo, con un gusto fuerte a dulzura y confianza. No me duché, tampoco me molesté en cambiarme, solamente me metí en la cama, esperando que la agradable sensación que me inundaba el cuerpo permaneciera allí y ahuyentara las pesadillas.

Ronquidos se acurrucó pegado a mis piernas y no dejó de ronronear en toda la noche. Detestaba el nombre que yo misma le había puesto al gato varios años atrás, siendo una niña inocente. Era tan estúpido e infantil.

Shakespeare. Ese era un nombre excelente, pensé con angustia. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Por la mañana

Tuve unos extraños sueños donde Ronquidos era Hamlet y repetía una y otra vez sus diálogos. Y llevaba ropa puesta. Fruncí el ceño a medida que más y más escenas del sueño reciente aparecían en mi cabeza.

Al despertar, me encontré con un paquete en la mesilla de luz. Lo tomé con un ojo cerrado y el otro entreabierto, todavía dormida. Me lo habían enviado mis primos: Alissa, Ian y Katia, todos hermanos de June.

Lo primero que salió del sobre fue la invitación. Un lindo sobre artesanal se deslizó hasta caer con suavidad en la cama. Lo abrí con delicadeza y lo leí con una sonrisa en la cara. Anunciaba el casamiento de Lena Chassier y André Jolie-mis tíos de parte paterna-, el sábado, en la playa.

Con bronca, dejé a un lado la invitación. No iba a estar en casa en esa fecha: ya estaría en el Instituto y, aunque fuesen mis tíos, no creía que me permitiesen salir en la primera semana. Suspirando, saqué las otras dos cartas del paquete.

La primera era de Alissa y Katia, las dos gemelas de trece años. Estaban felices y ansiosas por la carta que había recibido, y querían que le contara todo en cuanto llegara. La metió en el baúl, para recordarse escribirles.

La segunda era de Ian, algo así como mi mejor amigo desde que tenía memoria. Sí, era mi primo, pero había una conexión entre los dos imposible de evitar. Él también había recibido su carta de la Instituto (ya que teníamos la misma edad) y no dejaba de despotricar contra su madre, quien quería prepararle una fiesta de despedida. No estaba de humor para nada y lo único quería hacer era pasar el día pintando y, para colmo, se le habían acabado los pinceles.

Me reí con ganas. Ian tenía un carácter horrible y yo no podía aguantar la risa cuando lo veía tirando todo por su habitación con bronca por simples estupideces. Iba pensando en esa vez que Ian rompió un vaso solo porque estaba lloviendo, cuando tropecé con algo que estaba tirado en el piso. Era frío y duro, necesité levantarlo para ver que era.

Un medallón de bronce con forma de triángulo, casi tan pequeño como una gota de agua, colgado de una cadenita casi invisible. Nunca lo había visto, sin embargo sentí familiar las luces que emitía cuando lo movía entre los dedos. Casi se me cae cuando se abrió la puerta de un golpe. Pegué un saltito y cerré la mano sobre la cadena, sin saber muy bien por qué.

Savannah llevaba la bandeja con el desayuno y una gran sonrisa. 

-Buenos días, mi niña.-saludó, apartando las cartas de la cama y depositando allí la bandeja-. Hoy será un día sumamente largo, así que lo mejor será que apenas termines de desayunar, controles que todo lo que tienes que llevar esté guardado. A eso de las tres de la tarde, pasarán tus tíos con Ian a buscarte para llevarte a Hillary. Así que antes de almorzar tienes que estar duchada y cambiada, ¿de acuerdo?

Hablaba sin parar, de manera rápida y entrecortada. Se apartó los mechones canosos que interrumpían su vista y, sin perder ni un segundo, abrió las cortinas. Luego, sin decir nada, se marchó casi corriendo.

Seguí a pie de la letra lo que Savannah me había dicho. Desayuné con tranquilidad el café con leche y toda la comida que estaba en la bandeja. Apenas terminé, recordé que todavía apretaba con fuerza la cadenita del triángulo.

El ser tan simple la hace especial, pensé, ya que no entendía la enorme fascinación que me producía ese diminuto triangulito. ¿Qué cosa eres? ¿De dónde saliste?

 Dejé la cadenita en la mesilla de luz y me dirigí al armario de la ropa para tomar una remera sin mangas negra y unos pantalones.

Me duché mientras tarareaba una canción cuyo nombre no recordaba. Y me caí. Mascullé un par de maldiciones. Joder, ¿por qué tenía que ser tan torpe? Me levanté, resbalando cada vez más. Me resigné a ponerme de pie, y quedé ahí despatarrada, sintiendo como el agua caía sobre mí.

Era patética. Simplemente ese término me resumía.

 

 

Luego de almorzar, fue el momento de que me despidiera de Savannah, a quien no vería por lo menos dentro de un año. Ella derramó gran cantidad de lágrimas porque “su niña estaba tan grande y ella estaba tan orgullosa de que ya se convirtiera en una mujer valiente y fuerte”.

Mientras me abrazaba con fuerza, me susurró en el oído:

-Estoy segura que serás mucho mejor que cualquiera allí. Todas las chicas te envidiarán por ser la mejor y ningún chico se resistirá a ti.

Me mordí la lengua; no quería decepcionarla.

Me dirigí a la puerta, e intenté abrirla, forcejeando con la manija. A pesar de que no dejaba de tironear, la maldita puerta no quería abrirse. Después de unos tirones, salí disparada hacia atrás. Ian me miraba y miraba a la puerta, confundido. Cuando al fin comprendió que el idiota había logrado lanzarme al piso, largó una sonora carcajada.

-También me alegro de verte, Ian.-resoplé, levantándome del suelo.

-Siempre es un honor verte tirada por ahí.-sonrió y me ofreció una mano, la cual rechacé. Le di la espalda y tomé mi baúl.- Buenos días, Savannah. Traje una tarta que envía mi madre, ¿dónde puedo dejarla?

Ian y Savannah desaparecieron en la cocina, momento que aproveché para correr hacia mi habitación y buscar en los papeles de la mesa de luz la cadenita. No estaba. Respiré entrecortadamente. De verdad quería llevarla. ¿Dónde se había metido?

Revolví la habitación, hasta que con suspiro recordé haberla guardado en uno de los bolsillos de mi pantalón. En efecto, allí estaba. Bajé las escaleras, aliviada. No quedaba nadie dentro de la casa, así que salí al exterior, donde el cielo encapotado cubría la ciudad.

Mi tío, André, estaba al volante del viejo coche de color negro. Papá metía mi baúl en uno de los asientos traseros, mientras que Ian observaba el cielo con mirada pensativa.

-¿Ya salimos? Porque el cielo está a punto de estallar.-dijo Ian abriendo una de las puertas del coche.-Ven, Megs, viajas en el asiento de atrás.

-¡Ya voy!

Papá se acercó y me abrazó por unos pocos segundos. Ya nos habíamos despedido antes y no tenía ganas de hacer una escena, así que me aparté con rapidez y me metí en el coche. Desde la ventana, observé como las primeras gotas comenzaban a caer y a mojar a Savannah y a mi padre. Ambos me saludaban desde la puerta de casa.

Agité la mano mientras el coche se ponía en marcha y me hice una promesa a mí misma: haría que ellos estuvieran orgullosos de mí.
 
 
Si te gustó, si no te gustó o si no sabes que haces aquí, no te olvides de comentar ;)
Mel♥

29 de julio de 2013

Nuevo look + Reseña de Dark Divine

Sip, le he dado un cambio radical al blog :)


Dark Divine, de Bree Despain
Grace Divine, hija del pastor local, siempre supo que algo terrible había sucedido la noche que Daniel Kalbi desapareció y su hermano Jude llegó a casa cubierto de su propia sangre. Ahora que Daniel ha vuelto, Grace debe elegir entre su creciente atracción hacia él y la lealtad a su hermano. A medida que Grace se acerca a Daniel, conoce la verdad sobre aquella misteriosa noche, y descubrirá que debe salvar a aquellos que ama, incluso a costa de su bien más preciado: su alma.
Editorial: Ediciones B
Autora: Bree Despain
ISBN: 9788466645416
 

Opinión personal:

Dark Divine me atrapó desde que leí la contratapa. Logra crear un buen misterio desde las primeras páginas y te anima a descubrir el "gran" secreto. Además, sus personajes colaboran a la mar de bien, ya que te dejan pensando: "Dime más, ¡dime más!"
Grace Divine, nuestra protagonista, es una chica inocente y correcta. Al ser la hija del pastor tiene ciertas obligaciones y cierta imagen que guardar, pero al encontrarse con Daniel en el instituto... parece que todo se le quiebra. Me ha fascinado esta chica, no les miento, al igual que la forma en que está narrado. A veces se la puede ver de un humor terrible, pero eso es todo.
Daniel Kalbi. Oh, Daniel, si que me hizo derretir. Es tan misterioso que había veces que estaba segura que hasta la mismísima Grace tenía ganas de agarrarlo y gritarle para que le rebelara todo. Me encantó la forma en que se trataban él y Grace y todas sus escenas eran simplemente perfectas.
Jude, por otro lado, el hermano de Grace, oh, es un tipo que logro asustarme numerosas veces. Y, April, la mejor amiga de Grace no me pareció tanto a como la describía Grace.
 
Si no te gusta sentirte intrigado, este libro no es para ti. Pero, ¡es fantástico!
 
Puntuación: ¡Muy bueno! Recomendado ♥ ♥ ♥ ♥
 
 

27 de julio de 2013

Primera reseña: La selección, Kiera Cass

¡Holaa gente de por ahí! Traigo mi primera reseña de un libro que leí hace poco y me encuentro releyendo: La Selección, de Kiera Cass

La Selección
Kiera Cass



Para treinta y cinco chicas, la Selección es una oportunidad que solo se presenta una vez en la vida. La oportunidad de escapar de la vida que les ha tocado por nacer en una determinada familia. La oportunidad de que las trasladen a un mundo de trajes preciosos y joyas que no tienen precio. La oportunidad de vivir en un palacio y de competir por el corazón del guapísimo príncipe Maxon.
Sin embargo, para América Singer, ser seleccionada es una pesadilla porque significa alejarse de su amor secreto, Aspen, quien pertenece a una casta inferior a la de ella; y también abandonar su hogar para pelear por una corona que no desea y vivir en un palacio que está bajo la constante amenaza de ataques violentos por parte de los rebeldes.
Es entonces cuando América conoce al príncipe Maxon. Poco a poco, se empieza a cuestionar los planes que ella había hecho para su vida y se da cuenta de que la vida con la que siempre soñó puede no poder compararse con el futuro que nunca se atrevió si quiera a imaginar.

Editorial: Rocaeditorial
Autora: Kiera Cass
ISBN: 9788499186078

Opinión personal:

La Selección parece ser uno de esos libros de hadas en los que la chica se enamora del príncipe y ahí está. Eso fue toda la historia. Pero, no se dejen engañar, ya que este libro tiene una hermosa y fantástica historia detrás.
América Singer, la protagonista, es una chica con carácter fuerte y una personalidad muy bien desarrollada. Es amable y graciosa, algo que me atrajo desde le principio. Había veces que me sorprendía, de buena y mala manera, pero en general estuvo bastante bien.
Maxon, nuestro príncipe guapo, me hizo suspirar innumerables veces. Si buscan un príncipe torpe y tierno, aquí lo tienen. Al no tener la típica chica en apuros, no va a ser un héroe, pero, sinceramente, es encantador.
También tenemos a "la chica mala" del libro, Celeste, una de las seleccionadas. Te lo advierto: lograrás odiarla apenas aparezca.
El libro en sí está narrado de forma sencilla y entretiene. Eso si: se me hizo muuuuuuy corto.

Puntuación: ¡Muy bueno! Recomendado ♥ ♥ ♥ ♥

Y ahoraaaa, si te gustó la reseña: ¡COMENTA!

26 de julio de 2013

¡Capítulo 1! Abnegados

Sí, lo que acabas de leer: ¡el primer capítulo de Abnegados!

Si estás leyendo esto, ¡COMENTA! (te estoy vigilando...)

 
 
Capítulo 1



 
La dura y fría carta había estado en mis manos desde que había llegado, un día atrás. El sobre, de un amarillo pálido, no dejaba de observarme con odio y suficiencia, como si supiera que no lo quería abrir y volver a leer lo que decía. Me negaba a ver ese asqueroso futuro oscuro que me esperaba.

Mamá ya había pasado por esto, y había tenido que pagar un terrible precio por ello. Si estuviese aquí, conmigo, intentaría evitarlo a toda costa.

Sin embargo, estaba en mi sangre. No podía escapar ni elegir. Simplemente era así, un hecho imposible de ocultar. Siempre pensé que estaría preparada para afrontar todo lo que se avecinaba sobre mí, pero ahora, con esta horrible carta en mi poder, no estaba del todo segura.

Mi prima mayor, June, había ingresado a la Instituto de Preparación  hacía un año, luego de haber pasado con mérito la prueba. De hecho, toda mi familia lo había hecho, y aquí estaba yo, para arruinarlo todo. En fin, el caso es que yo solía recibir cartas suyas diariamente durante su primera semana allí, pero pronto las cartas comenzaron a faltar, hasta abandonarme completamente. Aún guardaba las siete cartas de la primera semana de June, todas cuidadosamente metidas en una lata, debajo de mi cama.

La primera, metida en un precioso sobre hecho por la misma June, me daba tan mala espina que solía evitarla:

“Querida Megary:

El instituto es hermoso por dentro. Tiene diseños antiguos, enormes cuadros y esculturas, ¡parece un castillo!; estoy segura de que te encantaría estar aquí. Hoy hemos llegado en el tren y nos han dado una charla de bienvenida. ¿Sabes que está prohibido comer chocolate aquí? Al parecer trae problemas para leer la mente y todo eso. Creo que será una tortura para mí.

Nunca había visto una directora tan espantosa como esta. Es decir, ¡es horrible! No ha dejado de gritarle a todo el mundo desde que llegamos. Aunque los profesores parecen buenos en su mayoría… ¡A que no sabes! Aprenderé a meterme dentro de la mente de la gente. Siempre quise hacerlo, pero mamá aseguraba que era peligroso. ¡Ahora no va a poder detenerme!

También aprenderé esgrima, combate cuerpo a cuerpo y envenenamiento (suena horripilante, lo sé). Dos años más y comenzaremos a usar todo lo aprendido. Ya me entiendes, iremos en cubierto por las calles siguiendo a cualquiera que nos sea asignado.   ¡Estoy tan ansiosa!

 Tengo dos compañeras de habitación. Son… ¿interesantes? Una de ellas, Cassidy, ha estado mirando por la ventana y sonriendo desde que llegó, algo que está empezando a asustarme.                      

Me llama el deber, ¡tengo que irme!

Te extraño mucho y espero una respuesta pronto.

Con mucho amor,

June.”

Esgrima, leer la mente, combate cuerpo a cuerpo, ¡¿envenenamiento?! Y… ¡¿sin chocolate?! Nunca había logrado hacerme una clara idea de cómo sería el Instituto. Parecía más bien un lugar de adiestramiento para un ejército.

 Pero es mi deber. Tal como el de los panaderos es hacer pan, el de los abnegados es entrenarse para proteger a todo aquel de puesto importante o poderoso, o simplemente a alguien totalmente indefenso. Evitar que otros se entrometan en su camino.

Ahora que la carta estaba frente a mí, todo comenzaba a cobrar forma y el coraje disminuía a medida que la miraba más y más. Hasta que una mano regordeta me la arrebató de las manos.

 -Deja de torturarte, Megary.-dijo Savannah con mirada reprobatoria.- Mirando la carta de esa manera no lograrás desintegrarla, ¿sabes? ¿Por qué no empiezas a empacar? No dejes todo para el último día.

 Ocultó la cara entre mi cabello oscuro.

-Es mañana por la noche-me quejé. Estaba totalmente cómoda allí y no me apetecía enfrentarme al comienzo de lo que me esperaba.

-Precisamente eso digo.-finalizó la mujer mayor, intentando con gran esfuerzo levantarme de la mecedora.-Vamos, pequeña. Te ayudo con la ropa.

 Antes de salir de la habitación, miré por encima del hombro y, mirándola con odio, le saqué la lengua a la carta que yacía en la mecedora. Sola, parecía un trozo de papel sin vida. Aunque bien sabía que era mucho más que eso.

 Unos minutos después, mi niñera, entusiasmada, y yo, de mala gana, metíamos cosas al viejo baúl de mamá. Este era de color verde bosque y tenía pintado un delicado colibrí azul en una de las esquinas.

 -Savannah… ¿crees que haya guerra pronto?-pregunté sin dejar de tironear de una bufanda. Las guerras en mi ciudad eran tan comunes como la lluvia.- Tal vez por eso nos enviaron nuestras cartas antes de lo esperado.

-Pero por favor, Megary. ¿De dónde sacas tantas estupideces? Es solo una nueva ley.-masculló sin dejar de doblar ropa.

Parecía ser una mujer brusca, pero sabía más que nadie que Savannah podía llegar a ser una de las mejores mujeres en el planeta. Era tan dulce, tan comprensiva y agradable, que era imposible no quererla. Había llegado a mi vida el mismo día en que nací. Mis padres la contrataron ya que yo era su primera hija y estaban ocupados la mayor parte del tiempo. Desde entonces, Savannah cumplió su función de niñera a la perfección.

 Cuando  había cumplido doce años, y mamá había muerto, allí estuvo Savannah para consolarme a mí y a papá. Dos años después, había vivido suplicándole a su papá para que mi amada niñera continuara trabajando en la casa, aunque ya tuviera catorce años.

 Yo solo necesitaba de esa abuela que nunca había tenido y de una madre sobreprotectora que no volvería a tener.

 -Es extraño que cambie de un día a otro, ¿no crees?-continué. Enarqué una ceja y miré a Savannah con extrañeza. Necesitaba arrebatarle algo. - ¿Una invasión? ¿O tal vez un ataque sorpresa de Hillary?

La mujer suspiró con fuerza, rindiéndose a seguir contestando. Rodó los ojos, de color azul, y dejó transcurrir el tiempo en silencio. Hasta que lo rompió, con un tono de duda implantado en la voz.

Me miró con dureza, algo que nunca había hecho, y tomó mis manos, apretándolas con fuerza.

-No se lo comentes a su padre, pero es muy probable que algo esté a punto de ocurrir.-susurró con ojos alarmados.- Mucha gente lo ha comentado. Quieren algo.

Se escucharon truenos en el exterior.

-¿Qué cosa? ¿Qué es lo que quieren?

Un relámpago iluminó la habitación.

Savannah pegó un saltito y se apresuró a dirigirse a la puerta, dejándome con la duda en los ojos.

-Iré a preparar una sopa para tu padre. Llegará en menos de una hora y apuesto a que estará cansado y hambriento.-se excusó. Cerró la pesada puerta de un golpe, dejándome parada, sola en el medio de mi habitación.

No era la gran cosa. Un sencillo cuarto de cuatro paredes celestes, con pequeñas fotografías esparcidas sin orden alguno y algún que otro cuadro. La cama, de sábanas azules, se encontraba al lado de un pequeño tocador de madera. Lo gracioso era que no tenía ni un potecito de maquillaje, solo había varios libros desparramados y cuadernos abiertos, unos encima de otros.

Detrás de la puerta había un espejo de cuerpo completo, donde llegué a ver parte de mi reflejo. Parecía simplemente otra de las tantas chicas destrozadas de la ciudad, aunque había algo más. ¿La mirada desafiante? ¿Mi actitud agresiva? Era morocha, de cabello ondulado, ojos café, de mirada curiosa. No tenía figura escultural, ni la altura de una modelo. Era esa cosa y punto.

¿De verdad me iba a convertir en una abnegada? Parecía solo una niña. ¿El Instituto me iba a convertir en una persona más dura y valiente? No creía que eso pudiese ser posible.

Parece que falta por lo menos un siglo para que algo cambie en mí, pensé mirándome con una mueca. Tal vez me concedan la oportunidad de proteger un pajarito. O ni siquiera eso. No sirvo para esto.

Eso era algo que no había dejado de repetirme en los últimos días. Inútil, inútil Megary.

Tomé la lata de las cartas y dejé la tapa sobre la almohada. Busqué una de las primeras cartas de June y conseguí hacerme con la de su segundo día de estadía allí.

“Megary:

Las clases son A-L-U-S-C-I-N-A-N-T-E-S.

Sí, son durísimas, creo que moriré de tanto entrenar y me ahogaré en el mar de tarea, pero estoy segura de que comencé bastante bien. Ay, ¡pero por favor! ¿¡Qué diablos hago contándote esto!? ¡Está lleno de chicos guapos! Lo admitiré, no hay ni una chica que no ande babeando por los pasillos. Aunque, a decir verdad, me asombra lo arrogante y fría  que es la gente de por aquí… Hasta mis adorables compañeras de habitación no han dejado de presumir sus talentos secretos (los cuales yo carezco), y, ¡madre mía! Deberías ver como todos luchan. Es admirable.

Cassidy, mi querida “amiguita” que comparte cuarto conmigo, necesita de mi ayuda para su trabajo sobre apariciones.

Debo irme antes de que me tire otro vaso de agua fría.

¡Te quiero, Megs!

La esplendorosa y magnífica,

June.

P.D.: Siento mucho que la carta sea muy carta. Hoy me aseguraré de…”

 

Las últimas palabras estaban borroneadas con una mancha de algo líquido. Al parecer Cassidy había tenido muy poca paciencia.

Eso de gente fría y arrogante me daba tanta mala espina como el “deberías ver como todos luchan”. Papá me había dado algunas clases de lo más básico de defensa personal, pero eso era todo lo que sabía. Estaba unos cuantos niveles más abajo que el resto de los abnegados que darían la prueba de ingreso dentro de casi un día.

¿Y si no…? No, tenía que sacar esa idea de mi cabeza ya mismo. Siendo hija de mis padres, no podía desaprobar la prueba de admisión. Era algo inusual, podría decir que un abnegado entre cincuenta la desaprobaba.

No quiero ser la excepción. No, no, ¡no quiero!

Otro relámpago.





 


 
 

25 de julio de 2013

Un poco más de esta cosa

Esta cosa soy yo, solo para aclarar ;)

Traigo dos cositas!! Una es el "prólogo" (o, como lo llamo yo: cuatro-oraciones-cursis-que-no-dicen-nada-y-que-solo-entiendes-si-lees-la-historia) de mi novelita "Abnegados".
 
Prólogo
Debes creerte capaz de renunciar a todo por la persona a quien proteges.
Dejar que te arrebaten todo. Y quedarte sin nada.
Ese es el duro y frío precio de ser un abnegado.


 
UOOOOOO ¡TACHÁN! Eso fue todo el prólogo/cuatro-oraciones-cursis-que-no-dicen-nada-y-que-solo-entiendes-si-lees-la-historia. Así que si estás en este blog, si, ahí enfrente de tu pantalla, sentado en una silla dura, y, te gustó el prólogo: ¡COMENTA! Te estaré vigilando. ¡No!¡No te vayas!¡Era broma, era broma!
En fiiiiiiiiiiin, el Capítulo 1 estará aquí... naaaah, mentira, no doy fechas ;) Pero habrá otras cositas rondando por el blog♥ Y... no te olvides, ¡comenta!
Lo otro que traía era un poco más de mi persona :D Solo son algunas cosas básicas al estilo de color favorito :P Empecemosss: soy pelirroja, tengo ojos celestes y soy muuuuy alta (algo que detesto). Voy a clases de patín artístico, amo el invierno y amaría ver nevar, pero en Argentina nunca nieva y no viajo mucho (ojalá pudiese).
Para terminar, solo quiero decirles que podría vivir de la escritura (y del helado) y de millones y millones de libros.
 
 
 
Con esto termino hoy ;)
 
Un sándwich de besos
Melanie

¡Nueva presente!

Nueva. Nueva prácticamente en todo: nunca he tenido un blog (así que esto tal vez comience como un gran mamarracho), nunca he publicado mis novelas (PIEDAD, lo único que pido) y, para que mentir, no he tenido oportunidad de visitar muchos blogs, así que no conozco a tantos bloggers como tal vez conozcan ustedes que están leyendo esto.

Mi nombre es Melanie y desde los diez años escribo, escribo y no paro de escribir. Vivo de escribir, no se si podría pasar un día sin desahogarme en una hoja, o simplemente de escribir todos esos cuentos de hadas que me gustarían que cobrasen realidad. Princesas que salvan a caballeros en apuros, o un chico torpe y tierno enamorado de una chica destinada a morir (tragedia, ¿dónde?).
Pero nunca me he atrevido a compartir mis historias con nadie, así que este es mi primer intento y espero que todo aquel que lea este blog le guste mucho y disfrute tanto como yo lo hago.

Pasemos a lo que vendría ser yo: tengo 13 años (no les permito irse ya mismo del blog porque están pensando "esta niña piensa que leeremos sus cuentos de niñitos". Primero denme una oportunidad, luego pueden retirarse ;) ). Soy de Argentina, escribo, leo, pinto y dibujo desde que tengo memoria (tal vez vean algún que otro dibujo por aquí).

En fin, espero que les guste muchoooooooo (o por lo menos un poquitín) este blog♥

Un beso de tamaño extra grande,
Melanie

P.D: Amaría leer algún comentario... anímate a escribir uno :D